La demogogia radical y la tiranía (1916-1919)

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García, 1919 - 403 páginas
 

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Pasajes populares

Página xviii - ¿qué extraño sería que nos amarrasen a todos?... Con todo, yo todavía espero que hemos de vencer: ¡son tan locos nuestros enemigos! ¿Acaso necesitan de que nadie los derrote? Ellos no más son los autores de sus disparadas. Puede uno ser un gigante de paja, y con sólo estarse quieto, vencerlos a cada instante, como vg... [Haciendo una guiñada al gigante, se aproxima a la caja.] Aquí tenemos al tambor de órdenes; él nos dirá lo que hay...
Página xx - No, señores: yo no soy grande ni glorioso, porque ninguna gloria hay en ser vencedor de gigantes de paja. Yo he tenido el buen sentido del pueblo, y el valor insignificante de ejecutar una operación que se dejaba comprender de todo el mundo. Si los generales y hombres de estado que nos han dirigido hasta aquí, hubiesen comprendido lo que comprendía la generalidad más común, hace mucho tiempo que habríamos llegado al término de nuestras fatigas. ¡Compañeros! la patria ha sido libertada,...
Página xvii - Cansado de hacer concesiones estériles a los hombres públicos, hoy quiero 'hacerlas a la verdad, que también es princesa del mundo y gusta de homenajes. — Para reanimar la fe, para alentar a los que desmayan, para abrir esperanzas de victoria y libertad. A ver si enseñando a conocer la verdad de las cosas sucedidas, se .aprende a despreciar el poder quimérico de la opresión.
Página vii - Seguramente podemos decir con igual derecho que decía una sabia pluma en su caso, que la presente constitución no es ni la democracia fogosa de Atenas, ni el régimen monacal de Esparta, ni la aristocracia patricia o la efervescencia plebeya de Roma, ni el gobierno absoluto de Rusia, ni el despotismo de la Turquía, ni la federación complicada de algunos Estados.
Página 312 - ... parte de aquel pueblo que yo había conocido tan risueño, tan activo, tan feliz en otra época; la transformación era cumplida. ¡Y qué lejos estábamos de pensar que...
Página xix - Soldados: desde lo alto de estos tejados, treinta meses os están contemplando; el último de ellos se ha helado de miedo al veros las caras; y el sol de mañana no saldrá por no morir de envidia al ver el brillo de vuestras armas.
Página xx - MENTIROLA. — Todo lo contrario . eso prueba que debemos huir . -No es nada el síntoma! . ¿Con que inmóvil, eh? SOLDADO. — Como un cadáver, general. MENTIROLA. — (Dándose un golpe en la cabeza.) ¡Estrella fatal! . . . ¡Estamos perdidos! . A ver, hombre de Dios, a ver. tóquele usted un poco más recio. SOLDADO. — (Le toca.) Como un tronco. . Yo sería capaz de apostar a que este Gigante que tanto miedo nos mete es de palo. (Los soldados del Gigante se mueren de risa. Uno de ellos dice:)...
Página 319 - ... con mano trémula. ¡Una carta en blanco! ¡Ah! (Dando un grito terrible.) ¡La que había de sacar a la escena! ... ¡Y la otra! . . . ¡La otra! . . . ¡Fuego de Dios! (Corre hacia la derecha, ciego de ira, y asómase a la puerta.) ¡Oh! ¡Ya está delante del público! (Volviendo al proscenio.) La serpiente ha engañado al león. ¡Aplaste el león a la serpiente!
Página 84 - ... y echar a perder el cuadro, lo hago obligado. Yo no vivo en casa de cristal. Tengo muchos defectos que reservar y no soy una virgen que en su casta y candorosa inocencia puede en todo momento ofrecerse a la contemplación pública. Vivo en casa de piedra y allí he formado un hogar, conocido, respetado y honesto. Es este requisito indispensable para mantener una posición social que corresponda a la posición política.
Página xx - SOLDADO. — (Le toca.) Como un tronco. . Yo sería capaz de apostar a que este Gigante que tanto miedo nos mete es de palo. (Los soldados del Gigante se mueren de risa. Uno de ellos dice:) . SOLDADO DEL GIGANTE. — ¡ Ya veo que nuestro comandante conocía bien a los mochuelos con quienes las habernos! MENTIROLA.

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